30.8.07


2.2 MODELO GENERAL DE INDAGACIÓN

Para comprender la totalidad del proyecto y la plena articulación de la tesis: "Psicogénesis de la risa, la risa como construcción de cultura" con el Doctorado La Lengua, La Literatura y su relación con los medios de comunicación de la Facultad de Ciencias de la Información, comentaré y desarrollaré el anterior modelo de indagación que servirá de punto de partida de la Tesina y de la Tesis Doctoral.

2.2.1 Sistema circular de la risa

En el modelo se proponen gráficamente los tres ámbitos que nos interesa abordar: Sujeto, Sociedad y Objetivaciones semióticas (los medios como extensión de los sentidos humanos que lo trascienden en el aquí el ahora). Los círculos que los representan no sólo se superponen sino que se traslapan e interceptan evidenciando la imposibilidad de definir límites estrictos entre los tres; sugiriendo, por el contrario, la riqueza y complejidad de su interacción.

En este modelo proponemos la risa como un factor humano dinámico. Su dinamismo se entiende por su presencia reflexiva en los tres ámbitos (se da en cada uno de ellos y regresa a ellos transformándolos). La risa es personal y social y se puede hacer uso de la lengua (comunicación humana) o de objetivaciones semióticas (medios) para suscitarla y comprenderla.


2.2.2. AMBITO DEL SUJETO, Risa, Lengua y subjetividad

Contrario a la que suele creerse, la risa ha sido una de las preocupaciones del conocimiento a lo largo de la historia de la humanidad. En el libro «Una historia cultural del humor» que reúne las diversas ponencias de notables historiadores mundiales, en Amsterdam en 1994, en torno al humor, la risa y la sonrisa, Jacques Le Goff señala que desde épocas inmemoriales, el hombre se ha preocupado por entender la risa como códigos culturales que se traducen a sus propias lenguas.

”Me parece que la distinción básica que establece el Antiguo Testamento prevaleció durante mucho tiempo, aunque bajo formas renovadas, a saber, la distinción entre dos tipos de risa, que la lengua hebrea define con dos palabras muy distintas. La primera es sakhaq, «risa feliz, desenfrenada» y la otra es laag, «risa burlona, denigrante». La primera palabra interesa también a los medievalistas, ya que su legado perdura durante la Edad Media. Este término dio nombre a uno de los principales personajes del Antiguo Testamento, Isaac, cuyo nombre significa «risa». ( ...) Existe, a mi juicio, algo más que una simple continuidad conceptual de estas dos formas de risa y me parece que las sociedades cristianas del pasado se resistieron a creer que eran una misma y sola cosa. Sin embargo, el latín les obligó a confundirlas. El griego tiene dos palabras con la misma raíz, gélan y Katagélan: la primera es la risa natural; la segunda, la risa maliciosa. Los esfuerzos del pensamiento medieval por distinguir la risa buena de la mala simplemente siguen, a mi entender, la diferencia existente entre las dos palabras griegas. El latín disponía de la palabra risus. El griego también tenía una palabra para sonrisa, el latín tuvo que construir su equivalente: subrisus, cuyo uso se acabó difundiendo aunque no sin dificultades; durante mucho tiempo subrisus no significó «sonreír» sino «reírse para sus adentros» o «risa secreta». Se convirtió en «sonrisa» cuando cambiaron los valores y comportamientos (quizá en el siglo XII). Cabe pensar que la sonrisa fue una de las creaciones de la Edad Media.”

Esta diferencia semántica sobre la risa y su denominación la traducimos contemporáneamente, en términos de la pragmática social como “reirse con” y “reirse de” con todas las cargas morales y éticas que estas denominaciones conllevan. Sin embargo, es necesario subrayar que por antiguos y sencillos que parezcan los términos señalados por Le Goff, -que de alguna manera establecen una primera taxonomía pragmática de la risa- ellos corresponden a estadios muy evolucionados de la especie humana en el desarrollo del lenguaje. Un desarrollo lingüístico que constituye ya una estructura representacional altamente compleja como instrumento de la especie para propiciar la convivencia social, sancionando, asimilando o liberando a los sujetos que interactuan en ella.
En las palabras hebreas, griegas y latinas, rehabilitadas por Le Goff, existe, de forma implícita, una concepción de la función social de la risa, así no se hubiese desarrollado aún metacomprensiones para explicarla.

Para quienes intentamos comprender el fenómeno de la risa nos interesa adentrarnos mucho más en la historia de la humanidad para entender cómo llegamos a desarrollar esta capacidad, hasta hace muy pocos años considerada como exclusiva de nuestra especie.
Un reciente artículo del investigador Jaak Pankseep, profesor de la Universidad de Bowling Green State de Ohaio, en los Estados Unidos, sugiere que los circuitos neurológicos para la risa existen en partes antiguas de nuestro cerebro, cuya estructura general es compartida con muchos animales




Sin embargo, propuestas teóricas como la de Teresa Bejarano "La Risa y los distintos niveles de interpersonalidad" recalcan la exclusividad humana de la risa en tanto que los humanos hemos desarrollado niveles de conciencia (y de objetivación y manipulación de esa conciencia) que no se registran en otras especies. Estructura mental que supera la expectativa de bajo nivel (nivel animal) adecuada sólo para la rápida adaptación al mundo. A ese énfasis de tipo antropológico, añadiremos el nivel de complejidad que hace de la nuestra una verdadera tecnoespecie. Una sociedad con capacidad extraordinaria en el uso de medios como extensiones humanas, que se incrementan y responden a las necesidades crecientes de comodidad y bienestar.


Y si bien, como parece demostrarlo el etólogo Jaak Pankseep, compartimos zonas neuronales con otros animales craneados a los que se les atribuyen, ahora, expresiones de risa (como las ratas y los perros) lo cierto es, por el momento, que a ninguna especie distinta a la humana se le reconoce la posibilidad de juegos lingüísticos (la lengua) ni de objetivaciones semióticas (mediaciones) con el propósito de hacer reír a un congénere: la caricatura; entendida ésta en “latu sensu” desde un nuevo paradigma de interpretación.

En la conciencia de la capacidad humana para crear y objetivar estructuras de representación de la realidad que suscitan la risa y le brindan al ser humano la posibilidad de ser un ente reflexivo, se afincara el estudio de la risa como fenómeno comunicación.
En el ámbito de la persona, la Lengua tendrá un lugar privilegiado y las investigaciones de Sigmund Freud sobre el chiste y su relación con el inconsciente, las de Alfred Stern y su texto: Filosofía de la Risa y el llanto, el clasico aporte del filósofo francés Henry Bergson con su obra angular: La risa y las nuevas metacomprensiones de Ana María Vigara Tauste en torno al Chiste Lúdico. Obras, pensadores e investigadores que alimentarán la discusión, redefinición y consolidación de una propuesta taxonómica en torno a las objetivaciones simbólicas que buscan suscitar la risa en su amplio espectro.
Trataremos de demostrar que el humor y lo humorístico pertenecen primordialmente al ámbito de la persona y la caricatura primordialmente al ámbito de las objetivaciones semióticas. Mientras los cómico pertenece primordialmente al ámbito de los social: espacio donde se negocián sentidos de realidad.
Reiteramos la palabra primordial, porque ha de recordarse que en la presentación del modelo insistimos que los ámbitos se traslapan y superponen imbricando sus límites.

Para proponer una nueva taxonomía y terminología que dé propiedad al lenguaje con el que se comprende la risa, vamos a indagar y, hasta donde sea necesario precisar los terminos históricos con los que se ha entendido la risa, sus vehiculos, sus manifestaciones y su función social.

A partir de este ejercicio de realinderamiento propondremos un nuevo paradigma en el que se establezca una taxonomía consistente. Taxonomía que tiene como fundamento las notas características y las condiciones de producción de la risa: las fuentes del placer que la originan, los mecanismos subjetivos y sociales que la propician y los medios que facilitan su circulación y disfrute.

Es necesario enfatizar que la risa no sólo NO estuvo presente en el antropoide bípedo que inició la línea de ascenso hacia el homo faber y al homo sapiens sapiens, sino que su desarrollo, en un proceso de miles de millones de años de incrementos positivos, favoreció la aparición de una doble estructura mental -como lo propone Teresa Bejarano Fernández, profesora de la Universidad de Sevilla-. Estructura que facilita la comprensión de la interioridad propia y ajena y la construcción de una cultura intersubjetiva necesaria para su desarrollo como especie. De allí que nos interese conocer con mayor propiedad la propuesta de la académica sevillana.

El atributo de humanidad en la especie no es posible sin la sociedad que la humaniza. Así lo ha demostrado el hallazgo de niños ferales que, privados del contacto humano, no han podido desarrollar el lenguaje ni las habilidades sociales que los habilitan para convivir y ser competente en los escenarios de una especie complejamente simbólica y mediatizada.


Pero igualmente la cultura (organización símbólica de la sociedad) no podría llegar a adquirir la dimensión planetaria que ahora cobija al hombre en una complejidad cada vez más creciente; si ella misma no tuviera la capacidad ontogenética y filogénetica para transmitir sus logros esenciales. Y la risa es uno de esos logros conquistados por la evolución de la especie y posibilitadora a su vez de nuevos logros y conquistas.

Para comprobar estas hipótesis y explicarlas desde la perspectiva de la neurociencia, revisaremos y discutiremos en la teoria de Rodolfo LLinás, autor de el libro “El cerebro y el mito del yo”, elementos significativos para comprender el largo proceso de adaptación humana. Así mismo, buscaremos líneas de comprensión en su teoria de "patrones de acción fija" lineamientos para entender este fenómeno esencial del desarrollo humano al que Llinás dedica muy pocas líneas.

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